En PRoa hemos sofisticado por más de 20 años nuestro método particularmente a través de una valiosa cualidad para nuestros clientes: ver más allá de lo evidente.
En todo lo que dejamos de ver existen oportunidades, pero también riesgos. Más cuando hablamos de reputación.
En el despacho enfocamos el riesgo reputacional como aquel evento con potencial para impactar negativamente a la reputación como herramienta de una persona u organización para generar entornos favorables a su imagen y objetivos institucionales, políticos o de negocios.
Una conversación negativa en medios o en redes, ¿es por defecto una situación de riesgo reputacional? No ¿Lo es per se recibir un señalamiento de una autoridad o activistas, o el enfrentar un proceso judicial? Tampoco.
¿Podría serlo un posible cambio de valores en la sociedad? Sí. ¿Y algo que sucedió años atrás? Si no concluyó como recomienda una buena praxis de manejo de crisis, o si fuera algo que ahora emerge para ser juzgado a la luz del presente, definitivamente.
Un evento podrá representar un riesgo para una reputación si tiene la capacidad potencial de afectar a la promesa o expectativas que esa reputación representa ante sus públicos clave. Si promesa y expectativas permanecen incólumes ante dicho evento, no hay riesgo.
¿Cómo se analizan y miden los riesgos reputacionales?
A partir de tres elementos: tipo de riesgo; su potencial impacto sobre la reputación; y la probabilidad y frecuencia con la que puede suceder.
En cuanto a la tipología, cinco grandes apartados:
- Riesgo social: generado por ciudadanos, comunidades o colectivos con mayor o menor grado de organización, así como por la evolución que siguen determinadas tendencias, valores y composiciones sociodemográficas.
- Riesgo político: aquel que responde a intereses de quienes buscan adquirir capital o legitimidad política, electoral o sindical, bien a nivel local, nacionales o foráneos.
- Riesgo normativo: derivado del actuar general sobre un sector o industria, o directo para con un sujeto o grupo de sujetos, de los tres poderes del Estado.
- Riesgo comercial: proveniente de los clientes de un producto o servicio, competidores o cambios en los mercados.
- Riesgo interno: promovido por los propios colaboradores o equipos de trabajo, proveedores o fondeadores.
A continuación, se debe ponderar el potencial impacto de dichos riesgos. Para ello, cabe preguntarnos qué tan validados estamos para cumplir con la promesa o expectativas que representa nuestra reputación frente a estos. ¿Puede llegar a invalidar un riesgo social a los principales ejecutivos de una empresa o a una tecnología que buscan usar? La respuesta a este tipo de preguntas nos permitirá esclarecer el potencial impacto de un determinado riesgo para la reputación.
Finalmente, sobre la probabilidad y frecuencia con la que estos riesgos podrían suceder, más allá de criterios estadísticos, resulta clave incluir factores relacionados con procesos mediáticos, ideológicos, microeconómicos y/o éticos y morales.
En PRoa, los tipos de riesgos, ponderaciones y probabilidades/frecuencias son representados visualmente en beneficio de nuestros clientes. A todo ello, le siguen las consiguientes estrategias de prevención y mitigación de riesgos para salvaguardar su reputación. En otro post, abordaremos el tema.
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