CALIDAD INFORMATIVA en la COBERTURA de la PANDEMIA por la COVID-19

En momentos coyunturales como una pandemia, es necesario reflexionar sobre la información que consumimos y la responsabilidad que tenemos tanto usuarios y los medios en la difusión de la misma, ya que esta genera un impacto que repercute en la sociedad.

Por ello, se vuelve relevante analizar la información periodística que nos presentan, ya que depende en gran medida para fortalecer un sistema democrático y tiene una fuerte influencia en las decisiones de las personas, las orienta y les permite conocer las opciones con las que cuentan; por lo tanto, esta información debe poseer elementos de rigor para ofrecerle a sus lectores estándares de calidad y que la función informativa se concrete. (Coba, L. M. G., 2013)

Esta información debe ser completa, veraz y para ello se deben presentar distintas aristas de la realidad; debería poseer las causas, consecuencias y desenlaces de los hechos para facilitarle a la ciudadanía el establecimiento de un criterio propio, se requiere detallar las implicaciones del hecho informativo, por lo que contrastar fuentes se vuelve fundamental para la tarea. [1]

Otro elemento a considerar es la tecnología, ya que ha modificado la forma de hacer periodismo y por ende su impacto en la calidad informativa. Hay académicos como Shultz (2001) o McQuail (1992) que afirman que la calidad depende de que el periodista disponga de recursos adecuados, en medio de un ordenamiento político y jurídico que proteja y garantice la libertad de expresión y a su vez, que velen por el interés público.

Como en todo fenómeno social, hay múltiples teorizaciones sobre lo que implica la palabra “calidad” como un criterio indispensable; de hecho, el propio término suele abarcar dimensiones en las que intervienen características de un objeto -en este caso el producto informativo- con estándares vinculados con normas y valores.

Sin embargo, para efectos de este artículo me estoy refiriendo a que es posible evaluar distintas piezas informativas referentes a un tema como la cobertura de la pandemia COVID-19 considerando [2] lo siguiente:

1) Diversidad (de puntos de vista y de fuentes);

2) Relevancia (en términos de la utilidad de las informaciones para la toma de decisiones);

3) Exactitud (de la información con respecto a los acontecimientos);

4) Que sea entendible para las audiencias.

5) Imparcialidad (para garantizar una cobertura informativa neutral y balanceada);

6) Ética (respetar los derechos fundamentales de las personas y mantener actitudes morales);

A lo largo de la crisis por COVID-19, se alertó de otro fenómeno: la infodemia. No fue de extrañarse que circularan múltiples noticias falsas y poco claras, (también conocido como Misinformation) y se difundió información con el objetivo de mentir deliberadamente sobre la verdad (también llamado Disinformation) lo que generó incertidumbre sobre lo que ocurría en materia de salud en el país.

La consecuencia de lo anterior trajo como resultado que en distintas latitudes del planeta, crearan espacios de comunicación donde se nombró a un funcionario público que fungió como vocero e informó la postura de los gobiernos frente a las adversidades de la propagación del virus SARS-CoV-2; en México por ejemplo, se reforzó el modelo de comunicación gubernamental con las conferencias de prensa vespertinas con el subsecretario Hugo López-Gatell.

Sin embargo, la responsabilidad de los medios incrementó por la necesidad de contrastar otras fuentes más allá de las narrativas gubernamentales para generar un debate sobre las medidas y políticas que impulsaron para tratar la pandemia.

Finalmente, el reto en la coyuntura frente a la inmediatez de los acontecimientos genera áreas de oportunidad para el periodismo y los medios, por lo tanto, estas discusiones que obligatoriamente se pusieron sobre la mesa son planteamientos que deben considerar para cumplir su función social con la ciudadanía.

Una vez más el aprendizaje para todos es, comunicar mucho no significa comunicar eficientemente, comunicar primero, sin verificar la certeza y comunicar sin contrastar,  tampoco lo es.

Referencias Bibliográficas:

  • Coba, L. M. G. (2013). Calidad informativa en la era digital: el gran reto. Palabra Clave16(3), 666-670.
  • [1] Íbid.
  • Gómez-Domínguez, Pablo, Aguilar Paredes, Carlos, Villanueva Baselga, Sergio, & Sánchez Gómez, Lydia. (2016). Calidad informativa: Un estudio comparativo de los servicios informativos de las televisiones autonómicas públicas y privadas en España. Cuadernos.info, (38), 165-181. https://dx.doi.org/10.7764/cdi.38.741.
  • McQuail, D. (1992). Media Performance: Mass Communication and the Public Interest. London: Sage
  • Romero-Rodríguez, L. M., De-Casas-Moreno, P., & Torres-Toukoumidis, Á. (2016). Dimensiones e indicadores de la calidad informativa en los medios digitales. Comunicar: Revista Científica de Comunicación y Educación24(49), 91-100.
  • [2] Íbid.
  • Schulz, W. (2000). “Preconditions of Journalistic Quality in an Open Society”. Ponencia presentada en la Conferencia Internacional “News Media and Politics – Independent Journalism”. Budapest, octubre.

Firma Dalia Morquecho PRoa
Dalia Morquecho es Lic. en Política y Gestión Social por la UAM; cuenta con estudios en Derecho en la UNAM. Es maestranda en Comunicación por la Universidad Iberoamericana y ganadora del premio FICSAC a la investigación con sello Ibero 2020. Tiene experiencia en investigación con organismos internacionales y en campañas políticas.

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