Publicado en Plaza de Armas
Al evaluar las elecciones del 2018, los empresarios confunden entre tsunami y terremoto y no entienden cómo relacionarse con los nuevos grupos de poder.
Sacudido por el tsunami de Morena el sector privado mexicano se encuentra desorientado. Muchos empresarios no entienden el profundo cambio que AMLO simboliza y anhelan y apuestan a que pronto México vuelva a ser el país de antes. Piensan que las políticas del Presidente son insostenibles y que pronto la lógica y cordura se impondrán sobre las ideas e iniciativas absurdas del gobierno. En breve, las aguas del tsunami regresarán al océano y México volverá a ser el que los empresarios entienden.
El error de este argumento es confundir entre el tsunami, el efecto, y el terremoto, la causa. Los tsunamis son provocados por terremotos y aunque el agua entre a tierra y la arrase, al final regresa al océano; , en cambio, las placas tectónicas sacudidas por un terremoto no vuelven a su espacio original. El tsunami de las elecciones es producto del terremoto que ha transformado profundamente a México en las últimas décadas. El nuevo México incomoda a los empresarios y no entienden el cambio ni cómo relacionarse con los nuevos grupos de poder.
Algunos de los componentes políticos de este nuevo México son:
1.- Prominencia de mujeres: Como nunca en la historia de México, las mujeres tienen puestos de gran influencia en los poderes legislativo y ejecutivo. En el gabinete del Presidente López Obrador (8 de 16 secretarios nos mujeres) hay paridad de género. En el Congreso federal el número de hombres y mujeres es casi parejo y más del 35% de las comisiones de las Cámaras de Diputados y Senadores son presididas por mujeres. Lo contrario ocurre en el sector privado donde los organismos cúpula son presididos por hombres y en el pipeline no se ve nada que haga cambiar el panorama. Hay sectores económicos, como el bancario, que ha sido por décadas dominado por ejecutivos varones. La baja representación de mujeres es notoria y se ha convertido en una de las primeras consideraciones que pone a los empresarios contra la pared cuando se sientan a negociar con el gobierno o con el Congreso.
2.- Empoderamiento de los excluidos: la llegada de Morena ha dado voz a grupos que habían sido excluidos de la política o encontraban canales de expresión controlados y estrechos. Los grupos indígenas, la comunidad LGBTTTI, las organizaciones ambientalistas o sindicalistas independientes que contribuyeron al triunfo de AMLO se sienten reivindicados. Estos grupos tienen mayor confianza para avanzar sus agendas y cuestionar un permiso de explotación minera, la construcción de una planta eléctrica o industrial o concesiones para el uso de agua y otros recursos naturales. Los empresarios han tradicionalmente ignorado a estos grupos y dependido de las autoridades para allanar el camino a sus proyectos. Hoy es indispensable que la iniciativa privada se acerque a estos grupos y establezca un diálogo directo si desea que sus proyectos prosperen. La licencia social para operar muchos proyectos privados tendrá que ser obtenida directamente por los empresarios a través de la negociación y la escucha, algo que no han tenido que hacer para gestionar el crecimiento de sus empresas.
3.- Regreso de los perseguidos: muchos líderes sociales y funcionarios influyentes del gobierno de AMLO que fueron perseguidos, encarcelados o exiliados en gobiernos anteriores hoy regresan a posiciones de poder a demostrar que sus verdugos estaban equivocados. Su afán de reivindicación tendrá efectos en muchos ámbitos de la política. En el sector laboral, líderes encarcelados o en el exilio, como Elba Esther Gordillo o Napoleón Gómez Urrutia, construyen nuevas alianzas y sacuden las estructuras sindicales tradicionales. Esto ya se refleja en el número de huelgas en los primeros meses del gobierno de AMLO que supera con mucho las 22 que hubo entre 2012 y 2018. Estos líderes, con los que ningún empresario importante se habría reunido o tomado foto en años recientes, hoy tienen la capacidad de afectar intereses empresariales azuzando a sus empleados o promoviendo una nuevo marco legal.
4.- Liderazgos nuevos vinculados con el activismo social: Los políticos que los empresarios cortejaron en el pasado fueron eliminados en la elección del 1 de julio. Los favores no podrán ser cobrados y la inversión de décadas en políticos de partidos de centro o derecha se ha evaporado. La iniciativa privada se ha quedado sin interlocutores. Paradójicamente, por lo menos en el corto plazo, los empresarios necesitan establecer contacto con políticos cuya popularidad se ha construido atacando intereses empresariales. Los nuevos políticos son activistas sociales que fundamentan su popularidad en la crítica al cobro de elevados intereses bancarios o la oposición a la construcción de un gasoducto, una planta eléctrica o una carretera, un Starbucks o McDonalds en el centro de una población histórica.
Los retos que el nuevo México presenta no están exclusivamente relacionados con el gobierno de López Obrador, como muchos empresarios mexicanos desean pensar, sino con cambios profundos en la sociedad mexicana. Si la iniciativa privada desea proteger sus proyectos y emprender nuevos necesita escuchar y establecer un diálogo con muchos actores y segmentos de la población que ha desdeñado en el pasado. Si los empresarios pasaran menos tiempo victimizándose y más escuchando a la sociedad, aprenderían con mayor rapidez cómo hacer nuevos aliados que estén interesados en que sus negocios progresen. Escuchar y comunicar, algo alejado de la práctica de muchos empresarios mexicanos, es parte de la clave para proteger el crecimiento de sus negocios. Estas son buenas noticias para los comunicadores ya que abre una gran oportunidad para convertirse en valiosos activos de las empresas en México. Gracias a AMLO, él mismo un gran comunicador, esta profesión puede revaluarse dentro de las empresas y en la sociedad.
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